La riqueza y peculiaridad gastronómica de Cotobade, se asienta en unos platos de repostería que trascienden los límites comarcales.
Los más peculiares son:
Requesón. Requesón de Corredoira, Caroi, incluso en Loureiro. En las parroquias altas del municipio, en las que el ganado vacuno se alimenta de pastos naturales, se hace desde tiempos inmemoriales el requesón. Es el resultado de la fermentación directa y primera de la leche, transformándose en una pasta blanda, cremosa y de suave textura. De sabor lácteo e impresión ácida que se puede endulzar con azúcar, miel , licores o incluso vino, preferentemente tinto.Un postre exquisito, que tiene su fiesta en A Corredoira , por el San Antón de junio.

Filloas. En los últimos años cogieron especial fama las de Valongo, a causa del grupo de mujeres que las elaboran públicamente en el instrumento tradicional de hierro, y donde se le rinde degustación popular en el primer fin de semana de setiembre.

Cotobade, atesora, asimismo, otras cuatro joyas gastronómicas, hoy en día de menor protección popular pero de gran interés etnográfico.

O Bolo de San Martiño es un Bollo abizcochado, cocido en el horno, que puede llevar indistintamente una mezcla de harina de trigo, de maiz o de centeno, en la que se mezclan frutos secos. Un pan dulce, casi ácimo, que se comía tradicionalmente de postre por la fiesta de San Martiño, patrón de las parroquias de Borela y Rebordelo.

Petotes. Pequeños bollos de harina, maiz y algo de centeno amasado en el agua del cocido, y cocinado en ese propio elemento, serviéndose después como acompañamiento del cocido, especialmente de la "cacheira" que tiene plato propio, acompañada de patatas y chorizo.

Bincha. La "bincha" o "bandullo"es una interpretación autóctona del famoso pudin, mediante la que se posibilita el aprovechamiento del estómago o la vejiga del cerdo. Se cuece suspendida en el interior de una olla, y se sirve en rodajas como sobremesa templado o frío.